LOS COSTOS DE PRODUCIR UNA VAQUILLA LECHERA DE REEMPLAZO
Dentro de una unidad de producción bovina, un proceso fundamental y que puede definir el futuro de la misma, es la producción de vaquillas de reemplazo. Estos animales deberán de mejorar genéticamente el hato productor y, en consecuencia, deberán favorecer algunos indicadores productivos-reproductivos. Desafortunadamente, estos últimos supuestos en muchas ocasiones no se logran, ya que estos animales son vistos más como un gasto y no como lo que realmente son, una inversión. Durante un largo periodo de tiempo (hasta más de 24 meses), no generan un ingreso económico para el productor, por lo que su mantenimiento puede ser visto como un gasto excesivo y por ello, se descuida su crianza en aras de disminuir este gasto.
Los costos de producción de la crianza de vaquillas de reemplazo, deberían de ser una estimación obligada en las unidades de producción. Entre sus ventajas se pueden contar:
Contar con una estimación objetiva de los gastos generados.
Identificar aspectos que contribuyen a la crianza.
Tomar decisiones de manera objetiva para disminuir costos y ser más eficientes.
Identificar consecuencias de largo plazo como la sobrevivencia y productividad, por eventos no deseados ocurridos durante la crianza, como retrasos en el crecimiento o la incidencia de enfermedades.
Es importante considerar, que los estudios de costos de producción de vaquillas, son realizados en algunos casos con base a algunos supuestos en indicadores como la edad al primer parto, el intervalo entre partos, la tasa de desecho y la mortalidad previa al destete. Esto no solamente afecta los costos de producción, determina además los reemplazos necesarios en la unidad de producción. Sustentando lo anterior, algunos estudios mostraron lo siguiente:
Si se reducía la tasa de desecho de 30 a 20%, los costos de la producción de reemplazos se reducían en un 24.6%
Si la edad al primer parto se reducía de 25 a 24 meses, el costo del programa de reemplazos disminuía en un 4.3%. Si se reducía de 25 a 21 meses, los costos disminuían en un 18%.
Si el intervalo entre partos aumentaba de 13 a 15 o 17 meses, el costo aumentaba en 3 y 14%, respectivamente.
Si la edad al primer parto pasaba de 26 a 23 meses, el costo de crianza puede disminuirse en 17%. Pero si la edad aumenta hasta 30 meses, los costos pueden incrementarse hasta 25%.
Adicionalmente, en cuanto a disponibilidad de reemplazos, se ha descrito lo siguiente:
A una tasa de desecho de entre 15 y 20% podrían existir excedentes, lo que permite seleccionar los mejores animales y el resto ponerlos en venta.
Si aumentaba la tasa de desecho a más del 25%, provocaba un déficit de reemplazos para mantener el hato en un tamaño constante de 100 vacas, debiendo mantener a todas las vaquillas como reemplazos.
Otro asunto a tener en cuenta en los estudios, es que pueden existir diferencias entre ellos, derivadas de los rubros considerados para el cálculo de los costos; por ejemplo, algunos consideran el costo de la cría, algunos consideran los costos fijos como la depreciación de las instalaciones y equipo, etc. Esto puede explicar diferencias considerables en el cálculo de los costos y, por lo tanto, en los resultados obtenidos.
Es bien conocido que el proceso de crianza puede representar el segundo mayor costo en la unidad de producción, siendo superado sólo por los costos de alimentación y en ocasiones por la mano de obra. Aunque es difícil estandarizar los costos de crianza entre los estudios, debido a metodología, año de realización, cantidad de información analizada, etc., la información del Cuadro 1 permite ver lo variable que pueden ser y la evolución que los costos han tenido a través de los años, pasando de aproximadamente poco más de mil dólares, hasta llegar a ser actualmente de aproximadamente dos mil dólares. En general, una situación similar se observa en el costo de producción de la becerra hasta el destete, aunque se debe considerar la duración del periodo analizado en los diferentes estudios. Este costo durante el periodo del nacimiento al destete representa aproximadamente el 12% del total de la crianza.
Cuadro 1. Costos de producción (USD) al destete y totales, de vaquillas de reemplazo
*Libras esterlinas; **En unidades de crianza de vaquillas; ***Animales de raza Jersey
Cuando se revisan en específico, la contribución de los diferentes procesos o manejos en el costo de crianza completa, se observa que la alimentación puede representar hasta casi el 80% de la misma (Cuadro 2). Sin embargo, otros estudios sólo indican una contribución de menos del 40%. Posterior a la alimentación, la mano de obra puede representar hasta más del 20% de los costos totales. Cuando se considera solamente la aportación porcentual desde el nacimiento y hasta el destete, se observa nuevamente que la alimentación es el principal costo a considerar (43-66%), mientras que la mano de obra aumenta, llegando a ser de más del 30% del costo total.
Cuadro 2. Aporte porcentual de diferentes rubros, a los costos de producción de vaquillas de reemplazo, previo al destete y totales
*Desde el día 3 y hasta antes del parto; **Desde el nacimiento y hasta el diagnóstico de gestación a los 470 días. ***Animales de raza Jersey.
Para el caso de México, desafortunadamente poco se ha publicado sobre estudios de costos de producción de crianza. Un estudio limitado realizado en el 2007, obtuvo un costo de $11,827 para una vaquilla a primer parto. Aunque los autores consideraban que existía una pérdida económica de aproximadamente 800 pesos por vaquilla, esto podría ser compensado al obtener animales de mayor calidad genética, con una mayor producción. Asignándole un valor de mercado en aquél entonces de una vaquilla mejorada, la utilidad resultante fue de 8,173 pesos por cada animal. Actualmente, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, lleva a cabo un estudio para determinar costos de producción de la crianza en unidades lecheras del sistema familiar. Este sistema podría ser abastecedor potencial de vaquillas, de ahí la importancia de generar información sobre costos de producción, misma que a mediano plazo podrá ser difundida.
Aunque la crianza fuera de la unidad de producción, es decir, en centros de crianza puede ser una opción, deben considerarse algunos aspectos. En primer lugar, se debe realizar un análisis profundo de la crianza dentro de la unidad de producción, mismo que considere el costo real de llevarla a cabo y la conveniencia de hacerla en otro lado. Después de ello, considerar las ventajas y desventajas que la crianza externa tiene. Entre las ventajas se cuenta que el trabajo dedicado a las becerras se destinará al hato productor, que el nuevo responsable podría hacer un mejor trabajo a un menor costo, evita el manejo de estiercol y disminuye problemas de alojamiento. Sin embargo, las desventajas podrían ser que las vaquillas no se desempeñen adecuadamente, desaprovechar el buen alimento producido o las instalaciones especialmente diseñadas para las becerras. Finalmente, y quizá lo más importante, se podría aumentar el riesgo de introducir alguna enfermedad al hato.
Si la decisión es seguir realizando la crianza dentro de la unidad de producción, las siguientes recomendaciones pueden ayudar a disminuir los costos de producción:
Tener bien claro el número de becerras que se desean en la unidad de producción (agregar hasta un 10% adicional), basándose en el tamaño de hato deseado en el futuro.
Considerar la venta o desecho inmediato de becerras con bajo crecimiento, que hayan enfermado o sufrido alguna lesión. Estos animales no son redituables, se aumenta el riesgo de que no tengan su primer parto a una edad óptima, así como de ser menos longevas, por lo que su costo de crianza podría no recuperarse. Este costo puede recuperarse en las primeras dos lactaciones; sin embargo, si el manejo es deficiente la recuperación podría ser incluso, hasta su sexta lactación.
Si se tiene cubierta la tasa de reemplazo, la incorporación de genética de bovinos de carne puede ser una opción, empleando especialmente a vacas bajas productoras para este fín. Las crías podrían generar un ingreso extra al productor.
Realizar la crianza, al menos durante algún tiempo, mediante pastoreo. Estudios muestran reducciones de hasta 0.73 dólares diarios en vaquillas que se mantuvieron en pastoreo por casi cinco meses, en comparación a animales en confinamiento.
No intentar ahorrar ofreciendo alimentos de baja calidad. El uso de estos alimentos puede representar un ahorro de 15% del costo diario durante la lactancia; sin embargo, sólo puede representar del 2-3% de los costos totales de la crianza de la vaquilla. Adicionalmente, deficiencias en el crecimiento de las becerras, pueden tener repercusiones a largo plazo.
Intentar reducir la edad al destete. Esto puede disminuir costos importantes durante la fase previa al destete como la mano de obra y la alimentación líquida, sin afectar el desarrollo de las becerras.
Realizar formulación de raciones para grupos de becerras, basadas en el análisis del alimento, en especial de forrajes.
Lotificar a las becerras por peso/edad.
Mejorar indicadores como la edad al parto, la tasa de desecho, la tasa de morbilidad y mortalidad.
Todo lo anterior se resume, en que se debe buscar en todo momento generar y mantener vaquillas de reemplazo de calidad, que lleguen a su primer parto con un crecimiento y edad adecuadas, para que puedan desempeñarse de manera excelente al llegar al hato productor. Como hemos leído, desviarse de estos objetivos puede costar muy caro.
Dr. Mario Alfredo Espinosa Martínez1; Dra. Alejandra Vélez Izquierdo1; M.C. Fernando Villaseñor González2
1INIFAP-CENID Fisiología y Mejoramiento Animal
2INIFAP-C.E. Centro Altos de Jalisco
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Fuente