Los caballos bailadores Que cosa más hermosa poder ver un caballo haciendo desp…
Los caballos bailadores
Que cosa más hermosa poder ver un caballo haciendo despliegue de su energía a través de sus movimientos, ya sea corriendo, saltando, rehileteando, rayando o bailando, pero que triste es ver un caballo moverse totalmente aterrorizado o sufriendo para hacerlo.
He podido ver en estados como Jalisco, Guerrero, Colima, Michoacán o en partes de Estados Unidos, la gran afición por los caballos de baile y la calidad de animales con la que muchas personas cuentan, pero también el poco conocimiento que existe para enseñarlos a bailar como debe de ser. Lo anterior porque me ha tocado montar caballos que desde que sienten al jinete entran en un estado de pánico que parecen una bomba de tiempo a punto de explotar, a estos caballos Yo les llamo "caballos en zona roja".
A mi consideración, son varios los elementos que hay que tomar en cuenta cuando vamos a empezar a enseñar a un caballo a bailar.
Seleccionar el caballo adecuado: generalmente los caballos más convenientes son los que traen algo de ibérico como españoles, portugueses, aztecas, iberos, paso fino, colombianos o mezclas de estos. Aunque aún en estas razas hay caballos que no tienen el temperamento y la funcionalidad para hacerlo, por lo tanto, aquí viene el primero de los problemas, los queremos hacer bailar "a fuerza" y con esto seguramente ya saben a que me refiero.
Muchas veces para iniciarlos se los llevan a personas que no tienen el conocimiento y la experiencia para hacerlo pero cobran barato, por consiguiente, se empiezan a construir unos cimientos débiles debido a que someten al caballo en vez de aprovechar esta primera etapa en ganar su confianza. Me refiero a que empiezan a golpearlos sin considerar que todos estos caballos son de razas muy sensibles y hay que llevarlos suavemente por cada una de las etapas del entrenamiento. Los métodos no los menciono, pero muy probablemente Ustedes los han visto.
Los enseñan a bailar en los pilares o en cajones metálicos a punta de varazos o fuetazos y no se diga cuando quieren que los caballos levanten más las patas, sobran cadenas, ligas, toques eléctricos, etc.
Ya que se supone que bailan, el jinete no le enseña a obedecer los comandos de pierna, y lejos de poner atención a esta ayuda se cuidan de ella porque saben que cuando el jinete las mueve es para lastimarlos. De esta manera, todo el tiempo están estresados esperando el piquete o la cuarta y pierden el compás del movimiento.
Los enseñan a encapotarse y no a reunirse, provocando que los caballos anden "encasquillados" del cuello y por lo tanto, por más que quieran que el caballo levante de atrás, nunca lo hace porque va contra su naturaleza.
Con todos estos elementos en contra, muchas veces me traen caballos con problemas de comportamiento: se arman, se disparan al bailar, se apoyan en la rienda, muerden la pierna del jinete, no se dejan montar, no se dejan poner el freno, etc, etc.
Ya critiqué lo que creo que es incorrecto, ahora ofrezco mi sugerencia de como pienso que se deberían hacer los caballos de baile, sin considerarme un experto en este tema desde luego, pero si con algo de sentido común y mucho gusto por el caballo y sus necesidades.
Los caballos de baile se deberían de iniciar después de los tres años de edad, cuando ya sus articulaciones ya están bien conformadas y su estructura ósea bien desarrollada. Aunque con esto no quiere decir que no podamos iniciar su manejo de piso, enseñándolo a dar cuerda, a ir alineado y no invertido del cuello al moverse. También podemos establecerle las reglas del "condicionamiento operante" para pedirle que responda a nuestros "toques" cuando se lo pedimos sin resistirse. En esta etapa podemos empezar con el paso español, reverencias y otras monerías para construir un buen canal de comunicación, todo en un ambiente de confianza entre caballo y manejador.
Cuando llega el momento de montarse, los primeros tres meses serán para enseñarle un principio básico que se llama "impulsión", que consiste en enseñarle en ir hacia adelante con toda su energía y desarrollando los músculos en su posterior y dorso para que en un futuro sea el motor de sus movimientos. Es necesario trabajarlo con bozal solamente con mucho trote hacia adelante y no colgarse para nada de la rienda. El bozal les recomiendo que sea amplio, no apretado. Simultáneamente en esta etapa le podemos ir enseñando a ceder a la pierna de frente a la pared primero y luego sin ella para no tenerle que tocar mucho la rienda y entienda el concepto con facilidad. Aquí es importante construir las flexiones laterales y que quede muy suave para ambos lados.
Posteriormente le pondremos el bocado de argolla o snaffle y dedicamos unos días a que se acostumbre a traer algo en su boca sin jalonearlo nunca para que no le tema y se proteja de las manos del jinete. Poco a poco lo vamos tocando de la boca y al mismo tiempo empujando con las piernas o un fuete a manera de ir construyendo otro de los principios básicos que se llama "reunión". En internet pueden consultar más de este tema de boca de los expertos.
Cuando ya el caballo empieza a reunirse al trote, le podemos ir pidiendo que se quede sin perder la impulsión, esto hará que el caballo empiece a redondearse de toda su espalda remetiendo su posterior y levantando sus patas de manera natural. Este proceso no tarda un mes, puede ser más de un año dependiendo del caballo. Cuando ya traemos reunión e impulsión, entonces todo viene por añadidura, el paso español al trote se convertirá en passage y el piafeb habrá sido la base de todo. El caballo responderá a las ayudas de las piernas sin necesidad de estarlo espueleando ni vareando y su boca estará bien educada.
Con lo anterior no quiero decir que en ocasiones no haya que corregir al caballo, sólo que el castigo tiene que tener tres elementos: ser justo, oportuno y escaso.
Deseo que en estas líneas pueda despertar en alguna de las personas que se dedican a hacer caballos de baile la sensibilidad necesaria para entender los conceptos y dejar de lado las malas prácticas que provocan que los caballos le teman al hombre.
¡Hasta la próxima!
Por David Alonso
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